miércoles, 21 de septiembre de 2011

21 de Septiembre, día mundial del Alzheimer

¿Qué me está pasando? Esto me pregunto cada vez que no consigo recordar que autobús debo coger para volver a casa, o cuando me desoriento y no sé exactamente en qué portal vivo. Al igual que cuando alguno de mis nietos me dice que si “recuerdo cómo le enseñé a nadar”, o “a montar en bici”, o simplemente me habla de aquellas vacaciones de las que disfrutábamos mi mujer, ya fallecida, él y yo.
Todos los recuerdos que cada día me cuesta más recordar permanecerán siempre en algún lugar de mi cerebro, al que semana a semana, me costará más llegar, hasta que llegue el día en que ya no pueda conseguirlo.

Días y momentos tan felices como mi boda, o cómo el nacimiento de mis hijos y nietos, así como un sinfín de navidades en las que esperábamos la llegada de Papá Nöel impacientes para ver la cara de felicidad de éstos, van siendo cada vez más difusos e incluso algunos de ellos ni siquiera soy capaz de revivirlos.

Quizá sea un mecanismo de defensa ante la realidad que estos últimos años me ha tocado vivir: viudo y alojado en casa de mi hija a cuyo marido nunca tuve especial estima. Con unos nietos a los que cada día veo y recuerdo menos. O a lo mejor es el deterioro de mi avejentado cuerpo que ha dicho “basta” y necesita descansar de ese sinfín de pastillas para el corazón, el colesterol, la hernia y mi enfermo estómago.

Sea lo que sea, espero que todos estos felices recuerdos de los que cada vez soy menos consciente, perduren en el joven y espabilado cerebro de mis descendientes y que una parte de mí siga presente y viva dentro de ellos.

Por ello, aunque para vosotros sea complicado y os entristezca, pensad que en “esos momentos” en los que no recuerdo bien las cosas, no soy infeliz, lo soy más cuando consigo recordar algo y soy consciente de lo que me está pasando o cuando me decís que “no me acuerdo de las cosas”, que se apodera de mí una sensación de frustración tan inmensa que, en ocasiones, preferiría no recordar nada, ni a nadie.

Mientras pueda vivir con mis despistes, seguiré yendo a diario al centro de jubilados a jugar la partida, a bailar los martes y jueves y continuaré leyendo mi periódico. El día en que me levante y no sea capaz de recordar nada sólo os pido que no os entristezcáis y que me recordéis que me queréis. Que aunque yo no sea capaz de recordar que yo también, os aseguro que lo sois (y seréis) todo para mí.

Dedicado a la, cada vez más deteriorada, memoria del Abuelo. 

sábado, 20 de agosto de 2011

El Papa, la religión y la política

Es cierto que tengo un poco abandonado este pequeño espacio que el día de mi 25 cumpleaños decidí inaugurar. Lejos de excusas, debo decir que he tenido muy poco tiempo para dedicarle: con oposiciones, acabar Psicopedagogía y trabajar algo durante el verano. Todo ello acrecentado por mi reciente cambio de situación sentimental.

Sin más explicaciones, me gustaría escribir sobre el (quizá) polémico título que he decidido darle a dicha entrada.

Iré por partes, para intentar ser claro, conciso y contundente en mi opinión. He decidido hablar sobre estos tres temas porque están íntimamente relacionados por los recientes acontecimientos acaecidos en nuestro país. Por ello, daré mi opinión de forma argumentada y respetuosa sobre ello, con el objetivo de hacer un llamamiento al respeto y a la cordialidad entre todos los individuos de la sociedad.

En primer lugar, me gustaría hacer una crítica social que en los últimos años he venido observando. No soporto todas estas personas que van de “modernas”, muy de izquierdas, liberales y pseudo-intelectuales, que presumen de ser “ateos”, con el aire y la autoimportancia que se dan por ello, haciendo de menos a aquellos que no lo son. Si somos respetuosos, deberemos aceptar las opciones de credo de cada persona y en ningún caso, menospreciar o ridiculizar algo tan respetable como ello.
Si bien es cierto que el catolicismo ha hecho grandes atrocidades, muchas de ellas en “nombre de Dios”, que existen sacerdotes de cuestionada moralidad y que la Iglesia hace y ha hecho un sinfín de acciones deplorables. No debemos olvidar que existen políticos, abogados, profesores, músicos… Que también las han hecho. A pesar de no ir predicando algo contrario a sus acciones, éstas son igualmente repudiables.

Sin duda, el tema de esta entrada es polémico ya que, por primera vez en muchos años, ha desatado la controversia y la exaltación entre amigos, conocidos, familiares y sociedad en general. Me he hartado de ver comentarios en las redes sociales sobre el Papa, en el que se protesta enérgicamente sobre la visita de éste a nuestro país. Haciendo comentarios sobre el dineral que le está costando a la Administración, argumentando que si España es un país laico y aconfesional no debería hacerse una inversión pública de esa envergadura, así como todas las facilidades y “regalos” que se les han hecho a los millones de visitantes que hay estos días en la capital.
Paralelamente puedo observar comentarios de gente muy católica que ensalza la visita del Papa, que les inunda de devoción y satisfacción y que, en definitiva, ponen comentarios ofensivos hacia las personas ateas y agnósticas y hacia cadenas de televisión.
Es evidente que existe un cruce de declaraciones que está provocando un conflicto religioso que hace ya muchos años que creíamos olvidado. Y todo el que ataca: a los católicos o a los ateos, en definitiva, está faltando al respeto, por mucho que unos lo hagan en nombre de Dios y otros lo hagan en contra de éste.

Quizá la solución a todo esto sea, como ya he dicho, el respeto. Que no me refiero a “callarse” y no poder dar una opinión a favor o en contra, sino reivindicar las cosas lógicas, como por ejemplo el hecho de hacer una inversión Pública tan alta. Ya que, quizá debería ser financiado íntegramente por la iglesia, que tantos bienes materiales tiene. Pero este es otro tema, que trataré a continuación. Eso sí, dicha reivindicación deberá ser siempre desde la educación y sin caer en el ataque a aquellas personas que piensan diferente.

He escuchado a personas decir que si se le hace esto al Papa, que al fin y al cabo es el jefe de gobierno de un país, el Vaticano, también habría que hacer esto para el resto de jefes de estado, o para los máximos mandatarios de diferentes religiones. Si bien esto es, de algún modo lógico, creo que es bueno recordar que España es un país con una tradición cristiana católica, no musulmana, hinduista, budista u otras. Por lo que, si hay que hacerlo con alguien (que no digo que sea así), con más razón será con el catolicismo. Sin embargo, es una incongruencia si tenemos en cuenta lo dicho anteriormente, ya que España es un país laico y aconfesional.

Por otro lado, desde la Administración (La Comunidad de Madrid especialmente) se nos insta a pensar que a pesar de la inversión de casi 60 millones de €, la recaudación será mucho mayor. Entonces, ¿se trata de un acto religioso o de un negocio? Ahí queda la pregunta. Igualmente, por muchos intereses económicos que existan detrás, no debemos olvidar que la mayoría de los ingresos irán a parar a empresas privadas, que no han puesto 1€ para que esto sea posible. Entonces, ¿cuáles son los intereses reales de la visita del Papa a nuestro país?

También me parece un tanto cuestionable que una persona de casi 70 años dé consejos, lecciones y opiniones sobre la juventud, ya que no es disparatado pensar que cuando él era joven, la sociedad y la situación en la que éste se crió, eran radicalmente distintas a las actuales. No critico que aporte su opinión y dé consejos a ésta, sino el modo autoritario y, en cierto modo, reaccionario, en que la da. 
Además, la religión no es que haya hecho demasiado por adaptarse a los nuevos tiempos y todo lo que ha hecho ha sido casi por obligación porque están observando que cada vez existen menos fieles entre los diferentes colectivos.

En mi opinión, volviendo al tema de los bienes materiales, creo que es ridículo que una visita religiosa se pague con dinero público. Que no es lo mismo que facilitarles y poner a su disposición, como se ha hecho, polideportivos, centros ocupaciones y facilidades en las calles de Madrid.
Voy a hacer una reflexión lógica (que mi madre compartió conmigo) pero que seguramente muchos (entre los que me incluyo) ni siquiera se haya llegado a cuestionar. Jesucristo nació en un pesebre, en el seno de una familia muy pobre. Toda su vida la dedicó a estar con los más desfavorecidos, a ser humilde, a huir de los fariseos (¿Existen actualmente éstos?), a criticar a los ricos, a demostrar que en esa humildad está el camino correcto de "salvación".
Pero lejos de tener esto en cuenta, la iglesia acapara un gran capital, parte de éste conseguido por métodos violentos y un tanto cuestionables desde el punto de vista ético y moral. Algo que además choca frontalmente con uno de los votos que los religiosos deben hacer al comenzar su carrera, el de “pobreza”.

Por ello, si la iglesia realmente desea tener credibilidad y aumentar sus feligreses, quizá ese fuera el camino para conseguirlo, renunciar a gran parte de sus bienes materiales, que no son pocos, e intentar cuestionarse qué es lo que están haciendo tan mal para que parte de la población (mundial) sienta y muestre ese rechazo tan grande hacia ésta. En definitiva, utilizar la honestidad y el sentido común siendo congruentes con lo que se supone que predica.

Igualmente, creo que es fundamental hablar de que existen comunidades cristianas, católicas, que viven así, un claro ejemplo es “Taize” (Os recomiendo que lo busques en Google y le eches un vistazo), en Francia. Y no podemos olvidar el gran número de misioneros católicos (monjas, sacerdotes, frailes…) que existen en muchos de los países tercermundistas, que están dando literalmente su vida por ayudar e intentar mejorar las condiciones sociales de personas que no han tenido tanta suerte como nosotros a la hora de nacer.

Por último, creo que la Iglesia debería replantearse, en mi opinión, una serie de temas, en los que no voy a entrar para no polemizar, que critican y adaptar sus doctrinas al S. XXI, no seguir estancados en el I. Del tipo: uso del preservativo, el aborto, el matrimonio homosexual y el de clérigos, etc.

A modo de conclusión, porque no quiero extenderme demasiado, hago un llamamiento al respeto, al hermanamiento entre los individuos que formamos la sociedad, sin juzgar o prejuzgar a personas que, por una u otra razón, han decidido elegir un camino diferente al que tú has seguido. 

miércoles, 20 de abril de 2011

Hablemos de conflictos

Para comenzar, me gustaría agradecer a todos los que, vía Tuenti, Facebook, e-mail o en el propio blog me habéis comentado vuestra opinión y mostrado vuestro apoyo a seguir con este “galimatías gramatical” que he empezado, además de agradeceros el valioso tiempo que habéis invertido en leerlo. Comencemos.

¿Alguna vez has tenido la sensación de que has descubierto algo que va a dotar de sentido tu vida actual y futura? Sin duda alguna, sí. Ideas, pensamientos o comentarios que te han parecido cruciales para llevar a cabo en tu vida de la mejor forma posible. Evidentemente es una forma de pensar muy simplista, ya que no existen verdades universales, ni que den las claves para vivir correctamente, pero sí es cierto que determinadas cosas ayudan a crecer, madurar y hacernos más felices en ella.

Así me sentí yo en la clase del 30 de Marzo en Habilidades Sociales. Terminando el tema de los conflictos interpersonales, el profesor nos presentó las teorías de Kegan sobre los diferentes órdenes de la conciencia. Se trata de cinco estadios que enumeraré brevemente y terminaré centrándome, con ayuda de mis apuntes y textos (proporcionados por el profesor), en los dos últimos con mayor profundidad. Por si a ti, querido lector, te sirve de algo.

Me veo en la obligación de advertir que esto es una interpretación mía de sus teorías, que será más o menos acertada, pero que me ha parecido de gran interés social y personal. La voy a basar además, en un tema bastante interesante, como son los conflictos dentro de las relaciones de pareja.
Vamos al lío:

Un primer estadio sería el de las “Percepciones”, el cual se caracteriza por la fantasía y se trata de un tipo bastante impulsivo. En este primer orden se encontrarían los niños hasta los 7 años (aprox), que son muy egocéntricos y se observan a sí mismos como “un punto único” dentro de la sociedad.

El segundo es el llamado “Concreto”, momento en el que el niño comienza a percibir que no está solo, sino que hay muchos otros niños y personas con las que interactúa, por lo tanto cambia su punto de vista con respecto a sus relaciones, es decir, se va formando el concepto de “sí mismo”.

El tercer orden de la conciencia sería el que alcanzan la mayoría de las personas durante la adolescencia, por eso se llama el de “Abstracciones” y se comienza a formar, de modo más autónomo, la personalidad. Es decir, el adolescente se relaciona y comienza a sentirse participe de un determinado grupo de referencia, digamos que adopta un rol dentro de éste. Y en las relaciones de pareja se tiende a ver esta como un “todo”, siendo cada decepción y cada fracaso un mundo muy amplio para el individuo. Por lo tanto, digamos que se trata de un modo muy impulsivo de actuar: todo es blanco o negro, no existe el gris.

El cuarto orden es el de los “Sistemas abstractos”, en él se forma una determinada ideología, se es capaz de adaptar el propio rol a otros grupos, existe una mayor capacidad de relacionarse y se va formando de modo más certero la autoconciencia. Uno tiene sus valores y creencias y las puede expresar dentro de diferentes ambientes. A este estadio se supone que consigue llegar un alto porcentaje de personas adultas.

Por último, el quinto y último orden de la conciencia es el llamado “Dialéctico” y es una evolución del cuarto. Existe una globalidad de grupos en los que el individuo interactúa. Se promueve el manejo de la lógica de oposición, se formulan pruebas, existe una autoridad interna, así como una autorregulación y autoformación. Es por lo tanto una transformación del “sí mismo”. Digamos que se cuestionan los propios valores, se abre la mente, por ello existe una mayor empatía con el entorno; no se soluciona el conflicto, sino que es éste el que nos soluciona a nosotros. A éste quinto orden se calcula que sólo accede tan sólo un 1% de la población.

Como ya he comentado anteriormente, sobre estos dos últimos es sobre los que voy a centrarme, por ser, en mi opinión, los más interesantes y evolucionados.

En el aspecto de la pareja, hablaré, como lo hace Kegan, de parejas que llevan ya bastantes años juntos. En ambos casos se conocen bien, tienen una buena relación construida a lo largo del tiempo. Algo que ya sin duda es un reto en los tiempos que corren.
Evidentemente, se trata de parejas que se casarían muy enamoradas y teniendo claro que la otra persona es aquella con la que pretenden pasar el resto de su vida. Habrá problemas, momentos felices y conflictos, como en todas, pero tienen claro que quieren convivir con la otra persona.  

Sin embargo, desde la perspectiva del cuarto orden, esa hipotética pareja sería muy capaz de aguantarse, es decir, de tolerarse a pesar de sus diferencias (que siempre aparecerán). Algo que tienen claro es que “no se puede pretender cambiar a la otra persona”, que si la quieren, la deben aceptar tal y como es.

Resulta curioso porque todos hemos intentado “cambiar a alguien” durante algún momento de nuestra vida, ya sean familiares, amigos o parejas. Yo, personalmente, he aprendido, gracias a la experiencia, que quiero a las personas que me rodean tal y como son. Quizá no esté de acuerdo en algunas de sus actuaciones, a lo mejor yo desearía que se comportasen de otro modo en determinadas situaciones, pero he aprendido a respetarles y a quererles así. A pesar de que puedan aparecer conflictos entre nosotros.

Pero volviendo al tema de la pareja, una pareja construida desde el “cuarto orden”, no pretende cambiar al otro, porque quizá ese es uno de los errores que cometen muchas.
Intentan que la otra persona sea diferente y cuando lo consiguen, no les gusta la manera en que ha evolucionado. Por lo que, el objetivo no es cambiar a la otra persona, sino que se la acepta como es y cuando aparece el conflicto, ambas partes intentar aceptar que “el otro es así”, que piensa de una forma determinada y que no quieren que cambie. En definitiva, ambos estarían más cómodos con el otro porque, en parte, estarán mucho más a gusto consigo mismos.

Si nos centramos ahora en el quinto orden de la conciencia, observaremos que no existe un gran cambio con respecto al cuarto. Simplemente es un orden más evolucionado, que va más allá. Es decir, ambas partes comprenderían que su posición no defenderá nunca la gran verdad, por lo que el conflicto se relativizaría mucho, ya que no sería algo personal, sino un intercambio de opiniones.
Por ello, este estadio dará por hecho que el conflicto existe, como es lógico. Pero se utiliza este para abrir la mente y crecer individualmente a raíz de esa interacción. Uno no se cierra en sí mismo como si tuviera la verdad absoluta, no se trata de imponer al otro la forma propia de pensar, ni de ver las cosas blancas o negras, sino de que cada cual, de modo autónomo, piense e intente autocuestionarse a sí mismo con el objetivo de acercar posturas. No se ve al otro como un “opuesto”, sino que se utiliza esa discusión para crecer personalmente.

Desde este quinto orden, el objetivo se centra en el trabajo del “sí mismo” y su reconocimiento personal, cuestionándose a uno mismo y al otro, pero observando esto como un sistema complejo. Si desde un cuarto orden se asume el conflicto como una parte natural de la interacción entre dos personas diferentes. En el quinto se entiende que las personas somos imperfectas y se acepta que dicho conflicto es inevitable pero productivo, ya que se intenta dejar de ver los puntos de vista como “el mío”, “el tuyo” o “el opuesto”.

Por supuesto, este tipo de relación debe establecerse desde la igualdad, no podríamos llegar siquiera a analizar una en la que exista una jerarquía claramente delimitada en la pareja, ya que se estarían omitiendo explícitamente muchos de los pasos o situaciones que se deberían tener en cuenta.

Por lo tanto, extrapolando a la vida y dejando de lado el tema de las parejas, este quinto orden, conocido también como postmodernismo, centra su base en el conocimiento y descubrimiento de que, parafraseando a Kegan, “un hombre descubra su lado femenino” y “una mujer su lado masculino”. Interesante cuestión, aunque no será tan sencillo cuando menos de un 1% de la población lo consigue…

Es curioso porque reconozco que ahora, cuando observo alguna situación que me parece incomprensible o simplemente no comparto, tiendo a pensar en ello y a intentar comenzar mi viaje hacia ese tan apasionante “quinto orden de la conciencia”, llegando incluso a aliviarme pensando que quizá esa persona no haya llegado siquiera al cuarto orden. Quizá suene un tanto superfluo, pero ayuda a relativizar, y mucho, en situaciones de la vida cotidiana.

Así que ahí dejo el reto, tienes tu vida para vivirla de la mejor forma posible. Quizá este sea un pequeño paso para superar ese 1% y convertirlo, en unos cuantos añitos, en un porcentaje mayor. Sólo deseo que te haya servido y espero haber sabido explicar más o menos bien lo que para mí significa llegar al “quinto orden de la conciencia”.  

Un saludo y hasta pronto. 

jueves, 17 de marzo de 2011

Sobre los (mi) cumpleaños

Sin duda, resulta un reto apasionante lanzarse al maravilloso mundo de los blogs. Ya desde la universidad se me ha instado muchas veces; y no sólo eso, mi propio interés por compartir, debatir e intercambiar ideas también ha sido crucial para tomar esta decisión.  

Es 17 de Marzo de 2011 y, los que me conocéis, sabéis que ayer fue mi cumpleaños. Algo que nunca me había resultado especialmente especial (valga la redundancia). Me explico, a mí me encanta cumplir años, considero que con los años se aprende, se madura, se tienen recuerdos de momentos, de amigos, de gente… En definitiva, que se va haciendo, de modo más o menos consciente, un aprendizaje que durará toda la vida.

Pero este año ha sido diferente. Quizá porque he cumplido un cuarto de Siglo, que parece una cifra bonita o porque las circunstancias así lo han encaminado.

Ayer, como en todos los años nuevos y vueltas de vacaciones de verano me propuse que empezaba a estudiar (en serio) las oposiciones, fui a la biblioteca, luego a clase y ya por la noche, a eso de las 9:30 llegué a casa. Desde el primer momento el día comenzó a ser especial, la sensación de “es tu cumpleaños” ha estado latente todo el día.

Quizá de modo inconsciente (o no), se me olvidó el ordenador en casa, por lo que en toda la tarde no pude caer en la tentación de, mientras estábamos en clase, entrar al Tuenti o al Facebook para ver quién me había felicitado… Ya que siempre genera cierta curiosidad y sé que siempre uno se lleva una alegría.

Durante el transcurso de la tarde, que ha sido relativamente duro, hemos terminado y he vuelto a casa, como comentaba. La tarde ha estado llena de llamadas que me han producido muchas emociones, sorpresas y regalos de l@s compañer@s. Especialmente me han emocionado las llamadas y mensajes de amig@s que hace, en algunos casos, años que no veo y que casi no tengo relación con ell@s.

Mi grupo más allegado, mis Amig@s (con mayúscula, sí), me ha llamado y me ha dicho que si íbamos a tomarnos una cerveza para celebrarlo. Yo estaba algo cansado, porque he estado fuera desde por la mañana y he estado el día entero comiendo “guarrerías”, pero he aceptado porque evidentemente me apetecía verles.

Ya en casa, me han llamado y pedido que bajara. Lo he hecho y algo no me ha cuadrado, ya que hemos emprendido un viaje que no era el habitual hacia ningún sitio conocido. Pasados 5 intensos minutos preguntándome “dónde íbamos” he deducido que nos dirigíamos hacia mi pueblo.

Una vez allí, me han pedido que esperara fuera y que aguardara su señal para entrar. Cuando lo he hecho me he llevado la sorpresa de mi vida. Un Futbolín, algo por lo que llevo ahorrando dinero y luchando con mi madre (para que me deje tenerlo) bastante tiempo. ¿Qué me imaginaba yo? Pues intuía que sería una fiesta sorpresa con mis amigos, que no estimaba que se alargara demasiado ya que al día siguiente todos madrugan para ir a la universidad. 

Independientemente del aspecto económico, tema del que hoy venía hablando en el coche con “Jelenitas”, y del que hemos llegado a la conclusión que “los mejores regalos son los que llegan al corazón”, bien porque lo haya hecho uno mismo o bien porque esa persona ha dedicado tiempo y esfuerzo pensando en ti. Y así, debo decir que he recibido otros tantos regalos, vía e-mail (con vídeos y cortos que mañana veré), fotos, manualidades y el propio futbolín. Que es en el que quiero centrarme debido al gran impacto emocional que me ha producido.

La situación de éste, me ha dejado sin palabras, sin gestos, petrificado… Diciéndoles que yo no podía aceptar eso, que todos somos estudiantes y que eso era un capricho mío. Esa emoción y alegría que tenía no era capaz de canalizarla, me sentía bloqueado, como si me faltaran las palabras o sobraran los sentimientos. ¿Por qué me siento así? ¿Considero que no me lo merezco? ¿Si ell@s me lo regalan, es por qué sí? ¿Qué me pasa?
A pesar de que han pasado ya casi 6 horas desde ese momento, no he sido capaz de comprender qué ha sido. Por ello, quizá, he comenzado a escribir este blog.

El merecerse o no algo es muy subjetivo, cuando alguien hace un regalo, sea cual sea, es, salvo compromisos familiares o profesionales, porque quiere y porque considera que esa persona se lo merece. Pero entonces, ¿Por qué estaba yo así de nervioso? Dándole alguna vuelta de más, llego a una conclusión. El regalo me incomoda, en cierto modo. Es algo en lo que yo tenía depositadas muchas esperanzas e ilusiones, había invertido tiempo y esfuerzo en buscar la mejor oferta calidad-precio durante casi 1 año, sin mucho éxito cabe decir… Y de repente, sin comerlo, ni beberlo, me encuentro con él ahí. Nuevo, impoluto, con el Atlético de Madrid reluciente.

¿Por qué me incomoda? Buscando dentro de mí y llego a la conclusión de que el que tiene miedo soy yo: de no estar a la altura en determinadas situaciones, de no saber corresponder ese cariño y esa dedicación que ellos han tenido en buscarlo, en prepararlo todo para que el día de mi cumpleaños esté en mi casa y poder darme la sorpresa. Por eso necesito buscar respuesta a tantas interrogantes e intentar averiguar porque aparte de ilusión, siento una extraña sensación de extrañeza.

Sigo preguntándome ¿qué me pasa? ¿Por qué estoy feliz a la vez que incómodo? ¿Qué me preocupa?
Quizá, me sienta así porque nunca he prestado tanta dedicación, ni tanto esfuerzo a alguien por su cumpleaños. Aunque no pueda decir lo mismo en otras ocasiones, de ellos hacia mí, que cada año mejora, como el vino. A lo mejor ellos sí que sienten que yo he dedicado tanto esfuerzo, pero si soy honesto, creo que no ha sido así.  

Sigo dándole vueltas sin encontrar una respuesta certera a tantas interrogantes, por eso decido poner en práctica algo que hemos hecho hoy en mi asignatura (desde la que se me ha instado a hacer un blog) de Habilidades Sociales, que consiste en posicionarme en diferentes perspectivas:

a)      La mía: yo me siento muy contento e inmensamente agradecido a mis amigos porque he conseguido aquello por lo que he estado luchando bastante tiempo, quizá no ha sido de la forma que esperaba, pero lo he conseguido, mi sueño de niño, adolescente y ahora (adultez me suena muy mal y madurez creo que me falta). Sin embargo, me preocupa mucho pensar si me lo merezco o no, si sabré corresponder igual a mis amig@s y si estaré a la altura cuando ellos me necesiten. Me refiero a la vida, pero también se puede extrapolar a sus cumpleaños, aunque resulte un tanto infantil. Ya que, el cumpleaños considero que es un día igual que el resto del año.
b)      La de mis amig@s: Nos sentimos muy felices porque hemos encontrado algo que Nicolai lleva buscando muchísimo tiempo y quería insistentemente. Además, es una forma de demostrarle que le queremos e, indirectamente, también vamos a poder disfrutar nosotros. Viendo que lo que le preocupa es eso, creo que a muchos de nosotros nos ha ayudado en momentos puntuales en las relaciones personales, con la familia, con los propios amigos y con las parejas. Y nos gusta que esté agradecido por el regalo. 
c)      Como un observador del proceso: Nicolai siente que quizá no se lo merezca y no sabe si va a estar a la altura, pero realmente ¿quién determina si alguien merece algo o no? Si sus amig@s se lo han regalado es porque consideran que sí, que habrá estado a la altura en momentos precisos y que se habrá preocupado por ellos igual.

Situándome ahora como yo mismo, pero a la vez observando todo el proceso, aunque breve, creo que bastante ajustado a la realidad. Debo resaltar que sólo en el momento en que me he puesto en la situación de mis amig@s, he sido capaz de darme cuenta y observar que yo también he hecho cosas por ellos, aunque no estén relacionadas con los cumpleaños.
Además, desde la perspectiva de observador, puedo coincidir (quizá porque la he hecho yo), en que no debo ser yo quién juzgue lo que me merezco o lo que no y que quizá le estoy dando demasiadas vueltas y que posiblemente no sea bueno darle tantas. Que les agradezco muchísimo el esfuerzo material, humano y logístico y que, como he dicho desde mi perspectiva, estoy inmensamente agradecido. 

Que lo mejor sería irme a dormir y mañana será otro día y (casi seguro que) pensaré diferente.
También creo que es bueno para mí, principalmente, escribir “en caliente”, cuando tengo las emociones todavía presentes. Es decir, cuando he llegado a casa, estaba encantado, feliz de la vida, contándole a mi madre (cómplice de la trama), cómo había sido todo y cómo me había sentido, ya que aún no me habían surgido esas interrogantes.

Sin embargo, después de haberlo analizado, pensado y releído para corregir los fallos de redacción y forma, me doy cuenta de que me ha ayudado muchísimo, que quizá sea una tontería, pero es algo que a mí me ha hecho reflexionar y creo que ha sido una de las mejores terapias que he podido hacer. Porque sé que, después de haber estado cerca de 1 hora dando vueltas en la cama, ahora voy a caer al momento.

Cambiando un poco de tercio, pero siguiendo con el tema del cumpleaños, mi madre se ha ido a dormir y yo me he conectado al Tuenti y Facebook para ver quién me había felicitado. Algo que, como comentaba anteriormente me suscita curiosidad e interés por saber quién me ha felicitado y qué me ha dicho. El hecho de las felicitaciones en las redes sociales me parece un poco “absurdo” a la vez que útil, ya que te recuerda los cumpleaños, pero observo que hay mucha gente que felicita por quedar bien, por interés o para sentir que ha cumplido hasta el próximo año. En los que por supuesto me incluyo y en numerosas ocasiones he sido yo el que lo ha hecho por alguna de esas razones.  

Ahí es donde se observan las distintas felicitaciones, aquellas que te llegan al corazón y aquellas que ni siquiera contestas. Un mensaje que simplemente te felicita u otro que sencillamente te emociona. Uno de un amigo que ves a diario y consigue tocarte el alma y otro que hace 2 años que no ves y te pone 2 líneas “por cumplir”, y viceversa, por supuesto.

A lo que quiero llegar es a, ¿me gusta que me feliciten 200 personas (literalmente)? Si las personas que realmente me han emocionado quizá puedan contarse con los dedos de las manos.
Creo que esto, aunque lo estoy plasmando ahora, lo comprendí hace ya unos meses, cuando observé el modelo típico de felicitación de mucha gente “¡Muchas felicidades! Espero que lo pases bien en tu día y te regalen muchas cosas. Un beso”, en los mejores casos, porque muchos no pasan de la segunda exclamación…

Es posible que se deba a esto por lo que yo he dejado de felicitar los cumpleaños a la mayoría de la gente. Ya que las redes sociales pretenden hacernos creer que tenemos 300 amigos. Nadie en su sano (ni insano) juicio tiene 300 amigos, eso son conocidos, o contactos como lo llama el mítico Msn Messenger. Pero amigos se cuentan con los dedos de 1 o (como mucho) 2 manos, no más. Es posible que aquella persona que considere que tiene más deba reflexionar sobre ¿Qué es para ella un amigo? (Aunque no quiero salirme del tema, creo que este puede ser un buena tema de reflexión para el futuro).

Volviendo al tema, yo he dejado de felicitar, casi por completo, los cumpleaños. Hoy, que estoy reflexivo he sacado algunas teorías sobre cuándo y cómo felicito a una persona:

1)      Si la persona es muy amiga mía, la llamo y quedo con ella para tomar algo, vernos y contarnos cómo nos va. Además es una conversación fluída en la que solemos contarnos quién nos ha felicitado, quién nos ha sorprendido, etc.
2)      Si no tengo demasiado trato con ella, pero considero que la relación es buena. Es decir, nos caemos bien y hay “buen rollo” entre nosotros, la escribo un mensaje o e-mail deseándole que ese año más le siente muy bien. Y en la mayoría de los casos, suelo hacerle una breve (o brevísima) mención sobre cómo me va a mí, si es que tengo algo relevante que compartir.  
3)      Si es una persona con la que he perdido relación pero ha sido importante para mí, aunque las redes sociales sirvan de agenda para recordarlo, la llamo y me gusta saber qué tal le va. O si la relación realmente se ha distanciado demasiado y no tengo esa posibilidad, le envío un mensaje en el que realmente yo sienta que le estoy transmitiendo algo (cariño, amistad, melancolía…).

Considero, quizá porque lo tengo reciente y lo puedo llevar a la práctica, que en todos los mensajes que una persona recibe en su cumpleaños puede aprender mucho sobre qué tipo de relaciones tiene con todos sus “contactos”. Si le felicitan por “obligación”, como si el Tuenti/Facebook tuviera una fuerza sobrehumana, que a pesar de no tener apenas trato, ni confianza, ni amistad con esa persona, les obligara a poner un “Felicidadeeeeeees”; si, a pesar de no tener mucha relación por circunstancias sociales, familiares o laborales, se observa cariño entre ambos, en el que el mensaje suele ser algo mayor y se pretende realmente transmitir algo, ya sea simple simpatía o demostrar que se ha querido felicitar a esa persona de corazón, no por cumplir; o un tercer tipo, muy similar al anterior, en el que el emisor del mensaje siente, quiere y puede transmitir un mensaje de cariño, amistad o amor hacia el receptor de éste.

Por ello, querid@ lector@, he llegado a la conclusión de que, si alguien me importa de verdad, le llamaré por teléfono. Si no lo tengo y quiero transmitirle algún gesto de cariño, le escribiré un mensaje en el que pueda hacerlo. Pero si no, simplemente dejaré que pase el día de “su” cumpleaños y no fomentaré una falsa alegría que durará 1 día (a lo sumo 2) y que no beneficiará a ninguna de las 2 partes.

Ya que, aunque no lo he comentado, considero que hay personas que se nutren de esa cantidad insaciable de felicitaciones para autorreforzarse y sentir que tienen 200 amigos y que todo les va estupendamente. ¿Radical? Yo prefiero llamarlo auténtico. Porque así, las personas a las que decida felicitar, sabrán que lo hago desde el corazón y porque yo quiero, no porque el Tuenti o el Facebook me lo digan.  

Las 4:19 de la madrugada (las 5:02 para retocarlo un poco). Me siento realizadísimo por haber sido capaz de plasmar por escrito una cantidad de sentimientos, pensamientos e ideas que necesitaba sacar y compartir contigo de algún modo.

Mañana toca biblio, orla y prácticas más tarde. 

Hasta otro rato. 

Muchas gracias.