lunes, 20 de febrero de 2012

Un reseteo del sistema operativo central


He decidido titular así la entrada porque en realidad es como lo siento. Igualmente que me he propuesto volver a escribir en el blog.
La razón por la que no lo he hecho no podría explicarla, no sé si por “higiene emocional”, porque no me salían las palabras adecuadas o por qué… El caso es que estoy de vuelta.

Al grano. Este fin de semana hemos estado “los amigotes”, o mejor dicho, parte de estos, en Valencia. Uno puede definir un viaje, puede dar su opinión al respecto, pero aseguro que nadie puede llegar a entender lo que éste ha supuesto para mí…

En primer lugar porque digo públicamente que “tengo los mejores amigos del mundo”, lo digo alto y claro porque es una realidad. Ha sido un viaje impresionante, lleno continuamente de risas, de buenos momentos, sin un solo mal rollo… Todo lo contrario. Y, para los que no lo sepan, no iba a ir, pero a menos de 12 horas de la hora programada de salida me di cuenta de que era lo que necesitaba, que era necesario para romper con la monotonía, que un cambio de aires siempre revitaliza cuerpo y mente, y así ha sido. Agradezco por ello, el ánimo de mi madre a marchar. Incluso iría más allá… Me han entrado unas ganas irrefrenables de irme allí a vivir: el clima es impresionante (como todos sabemos), la ciudad es agradable… Pero lo mejor de todo, me quedo con sus gentes.

Sin ánimo de desmerecer a mi querida Guadalajara del alma, en Valencia hemos conocido un montón de gente, hemos hablado con diversos personajes y hemos interactuado con un gran número de personas. Se trata de gente sana, de gente con ganas de vivir su propia vida sin necesidad de mirar al vecino… Eso es lo que menos tolero de Guadalajara, ese control social, esas ganas de “enterarse de algo del vecino” para correr a contarlo… Por dios, preocupémonos de nuestra vida, que bastante tenemos… Además, que todos podemos contar mil cosas, algunas de ellas muy fuertes y morbosas de gente que nos rodea, pero ¿qué ganamos con eso?

El caso es que según llegué ayer, devorado y con anginas, a casa. Me di cuenta de que los ánimos de mi madre para que viniera y de mis amigos porque les acompañara, han sido la mejor cura contra esa monotonía y apatía emocional que últimamente venía sufriendo. Lógicamente, los que me conocéis sabéis que no he pasado el mejor mes de mi vida, sin embargo, parafraseando a Conchita “Esta vez, creo que en vez de una puerta viene un ventanal” y así lo pienso y ahora me reafirmo. Y por cierto, cuando sienta que las cosas han vuelto ya a su cauce natural quizá os sorprenda con el polémico tema de “las rupturas sentimentales”, pero lo dejo en el aire o “standby”, lugar maravilloso de Valencia…

El tema, aunque pueda parecer superfluo, os aseguro que para mí ha sido de gran importancia. Vuelvo con más confianza en mí mismo, con ganas de luchar, con ganas de trabajar, con ganas de ser (aún más) amigo de mis amig@s, con ganas de comerme el mundo y de romper definitivamente con mi pasado más reciente, siempre sin despreciarlo, pero sí apreciando con perspectiva que parte de este no me ha hecho ningún bien, resumiendo, de volver a emocionarme, de disfrutar de pequeños y grandes momentos y de sentirme, en definitiva, con ganas de vivir, porque la vida, de hecho, es maravillosa y si se tiene a buena gente con quien compartirla, lo es aún más.

Nada amig@s, a pesar de que esta no sea una entrada especialmente llamativa en cuanto a teorías y divagaciones, os aseguro que como moraleja es impresionante. Cuando necesitéis un cambio radical de aires o romper con una mala racha, iros a Valencia. A Valencia o a cualquier otro sitio donde realmente exista un cambio de aires… Como dato he de decir que “todo comenzó allí y que a su vez la última página de un agridulce libro también termina ahí”, lo prometo (o al menos eso espero).

Por cierto, en breve subiré un par de entradas sobre “Los amig@s”, la primera, que tenía medio escrita y otra que éticamente necesito escribir sobre cómo éstos nos ayudan en los momentos más bajos.

Un abrazo a tod@s y nos vemos por los bares.