domingo, 16 de junio de 2013

Autoevaluación y "Circo de la mariposa"



Como les he pedido a mis alumn@s de 2º de ESO A que realicen una autoevaluación de su trabajo y una evaluación de la asignatura, creo que no está de más que yo también realice la mía y que la comparta con ell@s y contigo, querid@ lector@. 

Para que una autoevaluación sea eficaz debe ser ante todo, honesta y sincera. Así que, procuraré que lo sea.

En primer lugar, comentar que el nivel de implicación, interés y entusiasmo que  he mostrado en la asignatura, ha sido, en mi opinión, muy elevado. He pensado y (re)pensado cómo hacer que una asignatura que ya es interesante, sea aún más entretenida y significativa para el alumnado,  buscado vídeos interesantes para intentar “hacerles pensar” y evitar que reproduzcan como papagayos,  investigado metodologías dinámicas y estimulantes… En definitiva he reflexionado sobre ello más allá de las paredes del colegio,  hablándolo con mis compañer@s y con amig@s y extrayéndolo de “su entorno” o sus intereses.

Centrándome en los diferentes materiales utilizados, los productos audiovisuales que hemos trabajado creo que, salvo “El viaje de Saíd”, que, con perdón de Laurita, no les emocionó, he acertado plenamente, ya que sus sensaciones y reflexiones me han hecho observar cómo realmente han disfrutado aprendiendo, no sólo HCR, sino también una serie de valores fundamentales para la prosperidad de la sociedad. Aun así, entre ell@s no terminen de respetarse, lo cual es un pequeño fracaso, pero ya volveré sobre ello más adelante.

En cuanto al interés y entusiasmo que he mostrado por la asignatura, como decía anteriormente, creo, sinceramente, que ha sido máximo. Me encanta mi trabajo por diversos motivos: He estado 25 años formándome como estudiante para llegar a estar en el lugar que estoy, disfruto mucho enseñando y, lo que es más importante, aprendiendo con todos mis alumnos y alumnas.

Sin embargo, en el aspecto formal de la enseñanza, el gran problema que observo es que no he conseguido, de una forma significativa, enseñarles a pensar, a deducir, a realizar inferencias y a evitar el aprendizaje meramente memorístico, lo cual reconozco que me frustra. Trabajar la memoria es necesario, por supuesto, pero no debe ser la base de ningún sistema educativo. A pesar de ello, creo que, al fin y al cabo no es culpa suya, pero no entraré en ese aspecto, porque ello requeriría una revisión en profundidad de todo el Sistema Educativo. Por lo pronto, no les hemos enseñado a hacerlo y, aunque lo he intentado, soy consciente de que en 2 horas a la semana es complicado obtener grandes resultados. 

Además, hay razones para la esperanza (bendita disonancia cognitiva), porque yo también pasé por lo que ellos han pasado y, con el tiempo, considero que sí he aprendido a pensar, a reflexionar y a estudiar sin necesidad de memorizar tanto. Es cuestión de tiempo y un poquito de esfuerzo; por lo que sé que ell@s también lo conseguirán.

En cuanto a las metodologías, quizá la asignatura no era muy vivencial sino más teórica, pero hemos hecho dinámicas de presentaciones por grupos, de profundización en diferentes temáticas de modo optativo, que sólo una pequeña porción de la clase ha llevado a cabo (punto negativo para mí por no “engancharles” en mayor medida), pero que me han parecido muy enriquecedoras para el grupo. Aun así lo dejo como punto a mejorar en años sucesivos, ya que es algo necesario en lo que he de trabajar como profe.

Por otro lado he percibido por medio de sus comentarios y autoevaluaciones que mis alumnos y alumnas han disfrutado en clase. Que entre todos hemos conseguido crear un clima de respeto, de sinceridad y de empatía que nos ha permitido reír, bromear y disfrutar mucho de la asignatura. Comentarios como “es una faena que las mejores clases sean a primera hora que todavía estamos dormidos” me hacen, no sólo alegrarme de que lo perciban así desde su posición, sino también considerar que hemos establecido una relación de confianza y complicidad muy necesaria, por no decir imprescindible, en Educación; sin olvidar que, salvo alguna excepción, todos conocíamos perfectamente nuestros roles dentro del aula; manteniendo el respeto como clave para que el proceso de enseñanza-aprendizaje fuera efectivo.
De hecho yo, como profe no creo, sino que estoy convencido de que mi clase de 2º de ESO “A” está llena de mariposas. Sin embargo, observo dos problemas: entre ellos no se reconocen como tal, lo cual me resulta frustrante; porque si aparte del alto nivel académico y de reflexión que hay en ella, también se respetaran y se quisieran, sería una clase sublime, perfecta, maravillosa. Y por otro lado, tras el agradable curso que he pasado a su lado, observo que muchos de ell@s no se consideran  mariposas, sino orugas. No todos son conscientes del gran potencial que tienen y que, por lo tanto, pudiendo alcanzar las metas que se propongan. Únicamente deben proponérselo.

Hablo de respeto porque me consta que en clase existen personas que, en ocasiones, insultan, ridiculizan o tienden a marginar a otras. Lo cual no sólo es deplorable, sino que hace daño a ambas partes. Y no me refiero sólo en clase, sino también en el día a día. Se trata de una actitud de valentía y rectitud ética y moral que, como profe, sería un éxito que se alcanzara dentro del grupo.

Éste último punto me hace querer compartir, que no sólo actúa mal el que realiza la acción, sino también aquellas personas que lo observan y por miedo, vergüenza o cobardía no son capaces de defender a las personas menospreciadas o atacadas. No es sencillo, lo sé, pero se trata de adquirir una actitud ante la vida, de un camino, difícil a veces, que nos hará sentirnos mejor con nosotr@s mism@s y con nuestr@s compañer@s.

Por ello siento cuando en el Colegio o Instituto yo también llegué a insultar a algún compañero, o cuando no di la cara por aquellos que estaban siendo agredidos verbalmente y, llegado este punto, desde la lejanía, les pido perdón.

Me gustaría también aclarar que no pretendo criticar, porque a su edad no son “malas personas”, al revés, simplemente son inmaduros y quizá muchas de las cosas que vemos “algunos” adultos ell@s ni siquiera se las plantean. Quizá por eso quiero compartir esta autoevaluación con ell@s. Porque me encantaría que ellos llegarán a comprender lo que digo algunos años antes de lo que yo lo hice.

Igualmente, quisiera recordarles que la vida está formada por rachas, como los delanteros con los goles; y que aquell@s que están abajo algún día subirán, y viceversa; por lo que no deben dejar nunca de nadar.

Comprendo también que son pre-adolescentes y que a esta edad todos hemos estado con muchísimas dudas sobre la vida, sobre nuestras rarezas, sobre nuestros gustos, sobre todo lo que nos rodea y no tenemos claro cuál es nuestro lugar en la vida. No es algo extraño, es natural y sé que poco a poco irán encontrándolo, seguro. Hablo de sus inseguridades, sus ganas de aparentar que no tienen miedo, que les gusta “lo que a tod@s”, que son modern@s, que saben mucho de la vida, o en definitiva, que son “normales”. Sin embargo, tanto ell@s como yo sabemos que no es así, que todos tenemos esos miedos e inseguridades de las que hablaba y que éstas se van superando con el paso de los años; quizá mientras somos un pequeño capullo (de mariposa) todo ello se observa muy lejano y costoso, pero hay que luchar, levantarse después de caerse y volver a caminar.

No sólo porque la propia naturaleza humana es luchadora y regeneradora, sino porque la vida es “un camino fascinante que es capaz de sorprendernos a cada instante”. Merece la pena vivirlo con plenitud.

Aunque yo les aconseje que no empiecen a fumar, que si lo han hecho lo erradiquen ya; que se respeten entre ell@s, que sean buenas personas u otros mil y un consejos que les he dado, soy consciente de que cada cual debemos seguir nuestro propio camino. Debemos caernos para aprender a caminar, como decía, debemos equivocarnos para aprender a diferenciar y debemos formarnos para aprender a pensar.

Así, si a ell@s les sirven los consejos y las recomendaciones que yo les pueda dar para que no tropiecen en las mismas piedras que yo, estaré encantado; si no, ell@s saben que siempre habrá personas a su lado, entre las que me incluyo, que les ayudarán cuando lo precisen, empezando por sus familias y pasando por sus amigos, amigas o parejas.

Si tuviera que darles tres consejos serían:
1)    Preguntad cuando tengáis dudas y hablad, no os calléis. A alguien en quien confiéis, que os dé un consejo sano que os ayude a aclararos y a sentiros mejor en los “momentos de bajón” y ante cualquier problema o injusticia que podáis estar viviendo. Comunicad.
2)    No dejéis nunca de perseguir vuestros sueños, ya que mucha de la gente que os rodea se empeñará en deciros “que no seréis capaces” o que “no lo podéis hacer”. Todo mentira, cuando alguien os diga algo similar, la mejor solución es, como diría Santos Guerra, el “dedo corazón”.
3)    Sed buenas personas y felices. Cuidad a las personas que os rodean, no sólo actuando sin maldad, sino también ayudando a silenciar las actitudes reprochables.

Por último me gustaría deciros que ser feliz no es una meta, como mucha gente piensa, sino una actitud, una filosofía, una forma de ver la vida, que os ayudará en todos los momentos de flaqueza. 

Luego, les añado: que rían, que lloren, que se emocionen, que tengan hobbies, que jueguen, que canten, que hagan el tonto, que se rían de sí mismos, que lean, que se formen, que aprendan, que se diviertan y, como he dicho, que consigan todo aquello que se propongan. Especialmente que disfruten de cada etapa de la vida, que hay tiempo de sobra para crecer, para ser adulto y para tener mil preocupaciones en mente; y por suerte o por desgracia, el tiempo no vuelve hacia atrás, por lo que nunca nadie podrá vivir nuevamente lo que queda en el pasado. Viviremos cosas diferentes, mejores y peores, pero nunca las mismas. Por eso, como decía antes, si puedo realmente enseñar y transmitir a mis alumn@s algo que a mí me ha costado años aprender, sólo entonces habré alcanzado el éxito profesional y personal que llevo persiguiendo desde niño.

No voy a ponerme una calificación porque no me corresponde a mí hacerlo, pero aunque sí creo que he sido un buen profe para mi alumnado, soy consciente de que aún me queda mucho por aprender, es decir, seguir formándome, trabajando y adquiriendo experiencia para hacer de mis clases una comunidad de aprendizaje en la que tod@s intercambiemos opiniones en la que reine el respeto, la diversión, el aprendizaje y la felicidad.

Finalmente, quisiera darles las gracias a tod@s y decirles que ha sido un gran placer darles clase y que les deseo lo mejor en la vida, a tod@s y cada un@ de ell@s. Y no olvido recordarles que si necesitan mi ayuda, estaré encantado de prestársela. 


Cortometraje "El circo de la mariposa"