Lo cierto es que esta entrada es una especie de
galimatías gramatical de algo que intenta ser “humor”, lo cual es complicado
mediante la lectura, ya que en la interacción siempre resulta más sencillo,
pero ya que la he escrito y que le he prometido a mi querida amiga Laurita que la
subiría, aquí está:
Un buen día estás tranquilamente hablando con una
amiga que está de en Inglaterra “viviendo el sueño europeo” por el skype,
cuando de repente te das cuenta de que ni escuchas, ni seguramente la otra
persona se entere de nada de lo que dices…
En ese momento piensas “ya sé lo que necesito, unos
auriculares”. Bien, ni corto, ni perezoso a la mañana siguiente vas decidido a
comprarte unos normalitos… Sin embargo, por el camino vas pensando que si te
compras unos buenos puede ser una inversión: te servirán para el móvil, para el
ordenador, para ver una peli el día que haya alguien durmiendo y no pare de
repetirte que “bajes la tele”, etc.
Pues bien, llegas a la tienda y observas que hay
una amplia gama de auriculares con micrófono. Tú le explicas al dependiente que
quieres “unos normalitos” para hablar por skype y poco más… Sin embargo, ser
dependiente de una tienda de informática es como ser Arturo Vals en “Ahora
caigo”, si él te dice que sigas jugando, tú prefieres perder tus 12000 € a
cambio de ganar un comodín y poder ganar otros 1000… Así que el dependiente te
dice que “tiene unos muy buenos que para lo que cuestan, están muy bien, que él
mismo se ha comprado”. Además, le saca alguna pega del tipo “el único
inconveniente que tienen para mi gusto es que a los que somos de cabeza amplia,
nos aprieta un poco.” Yo pensaba para mis adentros “claro, yo que la tengo
pequeña seguro no tengo ese problema…”
Aclaro, que el precio de unos sencillitos, los que
yo buscaba, no llegaba a 5€. Pero claro, lo ha dicho el dependiente, es un tipo
que se dedica a eso y que seguro que no se lleva comisión, y si encima se los
ha comprado él, serán los mejores… Así que terminas comprándote esos, 15€ y una
pinta de ser buenísimos, con su micrófono integrado “en plan teleoperadora”,
con sus cables de dos colores, en definitiva, que eres el rey en ese momento.
Según sales de la tienda piensas “voy a probarlos”
y ni corto, ni perezoso los abres a duras penas (porque ojito qué plástico
ponen… Si los motores Fiat son malos, que prueben a hacerlos de ese plástico y
verán lo que duran), los conectas al móvil y te pones a escuchar música…
A los 5 minutos notas que la gente te mira raro,
llevas una especie de casco gigante con un micrófono integrado y la gente, que
suele ser muy tolerante para todo lo que se escape de lo que consideran
“normal”, no dice nada, pero te miran como si de un manicomio te hubieras
escapado… Pero bueno, tú sigues a lo tuyo, que tus 15 eurazos te han costado y
tienes que darles uso.
Evidentemente, eso lo haces durante los próximos
dos paseos que le das al perro, vas súper molón, cantando lo más bajito que
puedes, para no dar aún más el cante.
Pues bien, pasado prácticamente un año desde que
esto sucedió, los auriculares los he utilizado 2 veces, una para ver un vídeo
del blog del equipo y otra para ver una película en el ordenador, que hay que
reconocer, que mejora mucho el volumen con ellos puestos.
Sin embargo, un día como ayer, se alinean los
planetas. Tú tienes ganas de ver una película, tu madre está durmiendo y ya te
ha dicho un par de veces (durante los primeros cinco minutos) que “bajes eso” y
a ti se te ilumina la bombilla y dices “¡Los cascos! ¿Qué mejor oportunidad que
esta para utilizarlos?” Pues bien amigo, después de estar más de un cuarto de
hora buscándolos y darlos ya por perdidos, descubres que los tienes en lo alto
de la estantería y que tú no los has dejado ahí (o sí, ¿quién sabe?)… Sin
embargo, vas corriendo a la tele a ponerlos, pero ahora empieza otro problema.
¿Dónde tienen las teles modernas la salida para cascos? Después de hacer una no
muy minuciosa inspección ocular, descubres que no tiene salida para
auriculares. Pero claro, un tipo con recursos va rápidamente a Google, teclea
el modelo de la televisión y descubre que sí lo tiene… Así que rápidamente
vuelves a buscarlos, das una, dos y a la tercera vuelta descubres una pequeña
salida, en un compartimento lateral que permanecía cerrado, en la que se halla
la dichosa ranura de auriculares.
La peli se va acercando, ya sólo te queda
conectarlos y sentarte a verla. Pues bien, descubres que los súper-mega
auriculares que el tipo de la tienda te vendió son para ordenador o teléfono,
ya que el cable que tienen no mide más de 1’5 metros… Y ver una película a 1 de
distancia en una televisión grande no procede demasiado.
Al tanto, caes que cuando hiciste la portabilidad a
yoigo, la chica de la tienda te regaló unos auriculares (sin micrófono) y que
tú pensaste “¡Buá, con los auriculares que yo tengo, estos no los utilizaré en
la vida!”, pues bien, a pesar de tenerlos delante de tus narices durante la
hora que llevas intentando ver la película, no caes hasta ese preciso momento,
en el cual vas verificar si tal afirmación era cierta, los abres y observas que
el cable es casi medio metro más largo y que ver una película a 1’5 metros ya
no es tanto sacrilegio para tus ojos.
En definitiva, esto no está basado en hechos
reales, es la cruda realidad que tuve que vivir yo ayer. Lo cual me ha servido
para hacer una entrada que no creo que nos lleve a nada, pero que seguro que tú,
querid@ lector@ te has sentido identificado en alguna parte de la misma.
Si quieres, además, un consejo: nunca te compres
unos auriculares, cámbiate a yoigo, que aparte de pagar menos por tu factura de
teléfono, tendrás unos auriculares muy dignos a coste cero. Y ya de paso dices que soy tu amigo y nos
hacen descuento a los 2.
Hola Nico!!!!
ResponderEliminarCuanto tiempo sin verte por el cole...
Bastante gracioso lo de los auriculares, alguna vez me ha ocurrido ya algo por el estilo. Estas bastante gracioso con los auriculares. Desde el cole te hechamos todos mucho de menos(las chicas especialmente). Ya te contaré quien es la nueva profesora de inglés y como va la clase.
Marc
Soy yo otra vez, siento haberme repetido tanto con las palabras(lo he visto después). Aprovecho para decirte que ójala estés bien en el colegio nuevo. A ver si puedes venir algún día a vernos.
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